...mi blog es mas chafa que tu blog...

...mi blog es mas chafa que tu blog...

22 junio 2009

Mágico Suspiro

La neta he leído muchos cuentos cortos, nose, me gustan. Aquí les dejo este:

El sonido agudo del violonchelo, que Aleiza escuchaba, se acrecentaba a cada momento y parecía ir conforme a sus pensamientos. Aleiza se preguntaba si con un instante catastrófico como el que se escuchaba en el violonchelo podría salir la multiforme acumulación mórbida que habitaba en su cuello.
La extraña masa que sentía en sus entrañas era la aglomeración de sentimientos atrapados: estaba embrujada y su castigo era no poder pronunciar ni una sola palabra de su pena y ser incapaz de derramar lágrimas de cocodrilo, como las que acostumbraba derrochar por lo más insignificante.
Lo que provocó dicha situación fue la muerte de Oliver, su amante. Aleiza se enteró del descenso un miércoles de madrugada y al día siguiente acudió al entierro. Tenía que pasar desapercibida pero no lo consiguió Mayra, la esposa, la miró con sus ojos negros penetrantes y en ese momento poseyó todos sus pensamientos.
Desde entonces Aleiza permanecía día y noche encerrada en su cuarto. Era un cuarto simple pero lindo, en el que pasó los mejores momentos de romance con Oliver, estaba adornado con un hermoso papel tapiz blanco con acabados de tulipanes, un colchón rojo aterciopelado, un librero polvoriento y sus amadas y enormes chinchetas que tenía incrustadas en la pared del fondo del cuarto donde practicaba su papel de araña para su próxima presentación de danza.
Sólo podía pensar en deshacerse del animal que creía tener atorado en la garganta. Tenía el presentimiento de que en un instante súbito lo podía sacar. Tomó un vidrio que estaba en el suelo, cuando lo agarró el reflejo del sol la deslumbró y supo que lo que hacía era lo correcto.
Trepó chincheta tras chincheta hasta llegar al lado superior izquierdo de la pared, quedó en cuclillas entre dos chinchetas y perforó su cuello con el vidrio, chorros de sangre salían de forma precipitada y un coagulo enorme calló al suelo, retorciéndose como gusano.
Por fin en su último suspiro las compuertas del llanto se abrieron, una lagrima enorme y cristalina rodó lentamente por su mejilla y el animal postrado en el suelo también desfalleció.

La autora solo dejo el nombre de: Carmen de México.

No hay comentarios.: